Posted: 13 Mar 2009 11:30 PM PDT
Esta noche hemos dado continuidad a la serie La lana, la dama y la fama, dirigida expresamente a varones, en el horario habitual de nuestras reuniones de matrimonios. El enfoque, evidentemente, es en primer lugar hacia los hombres casados, aunque los mensajes son ciertamente útiles también para los solteros.
Luego de haber hablado sobre La Dama en nuestra reunión anterior, en ésta, el Pastor Chuy Olivares nos ha hablado sobre una realidad: todos tenemos la necesidad de ser apreciados, de que nuestros esfuerzos sean valorados y nuestro trabajo sea reconocido. El problema, para muchos, es que la necesidad puede convertirse casi en una obsesión.
A diferencia de los artistas de todo tipo que afirman vivir del aplauso de su público, el varón cristiano debe comprender que la mayor muestra de valoración proviene de Dios, quien a través de su hijo Jesucristo tuvo memoria de nosotros y aún fue capaz de dar Su vida por la nuestra. Si entendiéramos ésto cabalmente, el respeto y el reconocimiento de las personas pasaría a segundo término. Quienes no entienden ésto, se ven envueltos en esfuerzos desmedidos por alcanzar el aprecio de la gente, lo cual es causa de muchas dificultades.
Escuche este tema aquí:
Para descargar pulse aquí.
Esta noche hemos dado continuidad a la serie La lana, la dama y la fama, dirigida expresamente a varones, en el horario habitual de nuestras reuniones de matrimonios. El enfoque, evidentemente, es en primer lugar hacia los hombres casados, aunque los mensajes son ciertamente útiles también para los solteros.
Luego de haber hablado sobre La Dama en nuestra reunión anterior, en ésta, el Pastor Chuy Olivares nos ha hablado sobre una realidad: todos tenemos la necesidad de ser apreciados, de que nuestros esfuerzos sean valorados y nuestro trabajo sea reconocido. El problema, para muchos, es que la necesidad puede convertirse casi en una obsesión.
A diferencia de los artistas de todo tipo que afirman vivir del aplauso de su público, el varón cristiano debe comprender que la mayor muestra de valoración proviene de Dios, quien a través de su hijo Jesucristo tuvo memoria de nosotros y aún fue capaz de dar Su vida por la nuestra. Si entendiéramos ésto cabalmente, el respeto y el reconocimiento de las personas pasaría a segundo término. Quienes no entienden ésto, se ven envueltos en esfuerzos desmedidos por alcanzar el aprecio de la gente, lo cual es causa de muchas dificultades.
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