diciembre 04, 2008

Agradarla: La necesidad de la Esposa

Uni-2: Matrimonio Cristiano
Ministerio de Matrimonios de Casa de Oración México en Guadalajara





Uni-2: Matrimonio Cristiano

Agradarla: La Necesidad de la Esposa
Posted: 28 Nov 2008 04:34 AM CST
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¿La Biblia, contra el matrimonio?
Pero el casado se preocupa (…) por agradar a su esposa. 1 Co. 7:33
Ciertamente contenidas en un mensaje sobre la conveniencia de permanecer en la soltería con el ánimo de servir sólo a Dios, estas palabras del apóstol Pablo a los Corintios expresan una realidad del amor de pareja, inspirado también por Dios y única forma válida de núcleo familiar contenida en la propia Biblia. Contra lo que muchos afirman –y de lo cual incluso se ha formado toda una doctrina del celibato-, la Palabra es clara respecto no sólo a la validez del matrimonio, sino también cuando se trata de la bendición de Dios para la pareja.
Pro 18:22 El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová.
Gén 2:18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

Agradar a su esposa.

Retomando pues la carta a los Corintios, encontramos a Pablo escribiendo a partir de la experiencia propia –en esta época él ya era un hombre viudo- y como agudo observador de la relación de pareja.

El casado se preocupa, dice, por agradar a su esposa. Una frase que esconde en su brevedad y en su sencillez un significado mucho mayor al que podríamos imaginar. Este estudio pretende, simplemente, mostrarle a usted todo lo que implica agradar a la esposa. El simple análisis del verbo agradar nos dará, a continuación, una idea de lo diverso que es el papel del varón respecto a su mujer en este renglón.

La lista resultante es larga, no piense usted que agradar a su esposa es cosa fácil, pero me parece que el simple hecho de intentarlo, de esforzarse por agradar a la pareja, genera beneficios también al varón, quien da así importantes pasos rumbo a la madurez.
Efe 5:28 El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.


La palabra agradar.

Cuando Pablo dice que el casado se ocupa en agradar a su esposa, donde dice “agradar“, usa originalmente la palabra griega aresko, que significa, entre otras cosas, ser agradable, ser aceptable.

El Diccionario RAE dice, para empezar, que agradar es contentar, producir gusto, causar agrado. Y que agradable se dice de alguien que complace y agrada. Complacer es causar satisfacción, contento y placer, acceder a lo que la otra persona desea y puede serle útil o agradable. También significa alegrarse.

Hasta aquí “agradar” se ha convertido en complacer, satisfacer, cumplir los deseos, proveer lo que resulte útil y, encima de todo, cual cereza en un pastel, alegrarse en ello, hacerlo con gozo.

Las cosas, sin embargo, no terminan aquí, como sostendría más de un varón -caso clásico en consejería- sorprendido porque su mujer no se conforma con la manutención y pide diálogo o protección. Agradar a la esposa implica mucho más.


Para satisfacer a una mujer.

Satisfacer es pagar enteramente lo que se debe. ¿Qué le debe usted a su esposa? La lista se desdobla y se multiplica: honra, respeto, buen trato, cuidado como a vaso más frágil, provisión, cariño, atención. Y todas las demandas expresadas en nuestro sondeo anterior, claro está.
1Pe 3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Pero satisfacer también significa hacer una obra que merezca el perdón de la pena debida; de lo que se desprende el hecho de que el varón debe resarcir cualquier daño que consciente o inconscientemente le hubiera causado a ella, tema muy largo por cierto que ya trataremos en un futuro próximo.

Satisfacer también es saciar un apetito o una pasión, y aquí cabe desde el alimento hasta el placer sexual. Estamos hablando, no lo pierda de vista, de la satisfacción de ella; de la cual resulta, en condiciones sanas y normales, también la satisfacción del varón.

Satisfacer significa, también, aquietar y sosegar las pasiones del ánimo, es decir, que al varón le corresponde, además, no provocar a ira a su esposa; o bien, habiendo llegado a encender el enojo de ella, hacer todo lo que esté en sus manos para apaciguar su malestar y su molestia.

¿Le parece mucho? Vamos, apenas, a la mitad.


Compromiso y reconciliación.

Otro significado de satisfacer es cumplir o llenar ciertos requisitos o exigencias. En esto ningún varón puede llamarse engañado, pues el paso de tomar a una mujer por esposa implica necesariamente asumir compromisos que antes no se tenían; tantos, que su tiempo y su dinero -nada más por poner dos ejemplos clásicos- ya no le pertenecen al varón sino a ambos. Requisitos y exigencias hay muchas, desde la fidelidad básica para la permanencia hasta la comunicación para la continuidad y el crecimiento de la relación, pasando por el sustento económico, la protección, la dirección del hogar y la crianza justa de los hijos.

Satisfacer es deshacer un agravio u ofensa. Es también, dicho de quienes estaban disgustados, reconciliarse, lo cual consiste en volver a la amistad o atraer y acordar los ánimos desunidos. La definición se detiene ahí, sin señalar culpables, por lo cual queda implícito que no importa quién ha sido el causante del daño. Es decir, satisfacer a una mujer en el matrimonio no consiste sólo en que el varón asuma la responsabilidad de las palabras o las acciones con las que ofendió a su mujer, sino que tiene la obligación de buscar la reconciliación… incluso cuando la ofensa hubiere corrido en sentido contrario: de ella hacia él.

En esto tenemos el ejemplo de Cristo mismo: siendo él quien resulta ofendido por nuestro pecado, aún así da el primer paso hacia nosotros, muertos en nuestros delitos y pecados: se entrega por completo, da su vida para restaurar nuestra comunión con el Padre y por la reconciliación darnos la vida. El varón ha de dar el primer paso hacia el entendimiento mutuo aún cuando fuere ella quien hubiere causado el agravio, porque la Biblia dice:
Efe 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella…
Pero hay más.


Valorar, atraer y comunicar.

Satisfacer es, también, premiar enteramente y con equidad los méritos que se tienen hechos, de lo cual se desprende la labor de valorar y reconocer el papel que la esposa juega en la relación matrimonial y en la familia en general. También al varón le toca contentar, que es satisfacer los gustos personales y las aspiraciones de ella.

Agradar es también causar gusto, resultar atractivo a la otra persona; es decir, un varón agrada a su esposa también por su aspecto físico, por su pulcritud, por el cuidado que pone en su persona. Agradar es desear, querer y tener complacencia en algo, en este caso consiste en el hecho de hallar gusto y gozo mutuos. Más de una mujer, a propósito, expresó aquí entre sus necesidades la de sentirse deseada por su pareja.

Ser agradable es, también, ser afable, lo cual quiere decir ser dulce, suave en la conversación y en el trato y, sobre todo capaz de expresarse con palabras. Un varón casado agrada a su mujer compartiendo sus sentimientos y sus vivencias mediante la charla cotidiana, necesidad sumamente insatisfecha según nuestro sondeo de hace un par de semanas… y según también nuestra experiencia en materia de consejería.


En resumen.

Qué revelador resulta que el análisis del verbo agradar coincide hasta ahora casi exactamente con las respuestas que usted nos envió al blog sobre las necesidades de la mujer. Todas aquellas necesidades se resumen, como podemos observar, en una sola: la mujer casada desea ser agradada por su marido, con toda su extensa gama de significados.

Caben aquí, sin embargo, un par de excepciones, dos casos concretos en los cuales un varón no estaría obligado a agradar a su esposa: primero, la irremediable imposibilidad física o material de cumplir con alguna de sus expectativas; segundo, que la esposa busque ser complacida en deseos que impliquen violentar los principios de la Palabra de Dios. No se trata, finalmente, de que el varón cumpla todo capricho o satisfaga exigencias irracionales, sino de que éste le brinde a su esposa la mejor calidad de vida, es decir, el mejor trato que le sea posible, según el equilibrio y la sobriedad a que nos exhorta la Biblia.

Agradar a la mujer en el matrimonio es, resumiendo y parafraseando a la vez, vivir con ella sabiamente. Si buscaba usted una clave para la felicidad de la mujer en el matrimonio, ahora ya la tiene. Causarle agrado, satisfacerla, es la llave que abre el corazón de la esposa.

Mas… ¿podrá realmente algún varón agradar y satisfacer completamente a su pareja? Puede ser. Al menos habría que intentarlo. Lo que queda claro es que, sin la dirección de Dios, difícilmente un hombre podría cubrir semejantes expectativas.


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