septiembre 17, 2010

La Vida en el Espiritu

Rom 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Rom 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Rom 8:3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;

Rom 8:4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Rom 8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.

Rom 8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.

Rom 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;

Rom 8:8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Rom 8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Rom 8:10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.

Rom 8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

Rom 8:12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;

Rom 8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

Rom 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Rom 8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

Rom 8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Rom 8:17 Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Rom 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Rom 8:19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

Rom 8:20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

Rom 8:21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Rom 8:22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

Rom 8:23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

Rom 8:24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?

Rom 8:25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

Rom 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Rom 8:27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
 
Rom 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Rom 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Rom 8:30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

Rom 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Rom 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

Rom 8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

Rom 8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

Rom 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Rom 8:36 Como está escrito:

Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero.(B)

Rom 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Rom 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

Rom 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
 
 

Religiosidad Ritos y Tradiciones.Jessie Bermudez

          Mat 23:1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
         Mat 23:2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.
         Mat 23:3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
Mat 23:4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Mat 23:5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres.(A) Pues ensanchan sus filacterias,(B) y extienden los flecos(C) de sus mantos;
Mat 23:6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,
Mat 23:7 y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
Mat 23:8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
Mat 23:9 Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.
Mat 23:10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
Mat 23:11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.(D)
Mat 23:12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.(E)
Mat 23:13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
Mat 23:14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
Mat 23:15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
Mat 23:16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.
Mat 23:17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?
Mat 23:18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.
Mat 23:19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?
Mat 23:20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;
Mat 23:21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita;
Mat 23:22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios,(F) y por aquel que está sentado en él.
Mat 23:23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino,(G) y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
Mat 23:24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
Mat 23:25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
Mat 23:26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
Mat 23:27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados,(H) que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
Mat 23:28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
Mat 23:29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,
Mat 23:30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
Mat 23:31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
Mat 23:32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!
Mat 23:33 ¡Serpientes, generación de víboras!(I) ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?
Mat 23:34 Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad;
Mat 23:35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel(J) el justo hasta la sangre de Zacarías(K) hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
Mat 23:36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
Mat 23:37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
Mat 23:38 He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Mat 23:39 Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.(L)